Enric Mas contempla la general con distancia suficiente como para replanteárselo todo. El dominio de Pogacar obliga a reventar la carrera, y, Superbagneres, con toda la cola de montañas que lleva detrás, se intuye definitivo para intentarlo.
La meta está en una cima. Hay que bajar por donde se ha subido. De las seis ocasiones en las que el Tour lo ha incluido en su recorrido, en tres de ellas, los españoles han sido protagonistas
El Águila de Toledo — Federico Martín Bahamontes — voló sobre ella en 1962. José Manuel Fuente “Tarangu”, en la etapa de montaña más corta de la historia — apenas diecinueve kilómetros — consiguió un triunfo, empañado por duelo nacional que causó la traumática caída en Menté de Ocaña.
Superbagneres es un cima que se le ha dado muy bien a los españoles
Más reciente es la hazaña en 1989 de Perico Delgado, que después de un descenso suicida, en compañía de Robert Millar, vencedor de la etapa, recuperó el tiempo perdido por aquel memorable despiste, en el crono inaugural de Luxemburgo. El segoviano tuvo tiempo de calmar sus necesidades menores, ante el asombro general, y proyectar un bidonazo, que todavía debe permanecer en el recuerdo del aficionado atosigador.
La coexistencia generacional, con la que Enric Mas comparte sus días, es la justificación que explica el que su talento no se haya prodigado en victorias. Pero la excusa no es del todo satisfactoria para el aficionado.
Manolo Saiz, el mítico ex director de la ONCE, lamentaba que, el afán exclusivo de Mas de optar por las generales, haya aguado el mejor vueltómano mallorquín de la historia.
Enric necesita su día de gloria. Superbageneres, es un escenario perfecto para presenciar ese gran día.
Artículo publicado en la edición del Diario de Mallorca de 19 de julio de 2025
Foto: MARTIN DIVISEK