Se presenta el Tour del Francia y lo hace con el regreso del coloso de las veintiuna curvas. Cada una de ellas lleva el nombre de todos los ciclistas que han conseguido el triunfo en este puerto. Me imagino que en 1936, cuando se inauguró esta estación alpina, nadie imagino que su realidad trascendería mucho más de ser un infraestructura ideal para la práctica del esquí.
Desde el primer ascenso coronado por el mito de Fausto Coppi en 1952, después de una de sus habituales escapadas centenarias, la cumbre fue ganando relevancia en la longeva historia de la Grande Boucle. Referencia indispensable para los grandes escaladores, la repetida victoria de ciclistas holandeses condujo a que acabara siendo denominada como la “montaña de los holandeses”.
La continuada victoria de ciclistas holandeses hizo que fuera conocida como la “montaña de los holandeses”.
El primero fue Joop Zoetemelk en 1976, después llegaron los triunfos de Kuiper, Winnen, Adrie Van der Poel – padre de Mathieu- Steven Rooks, Gert Jan Theunisse, y el más reciente, Frank Schleck en el 2006.
Españoles que sonrieron en la “montaña de los holandeses”
Sin embargo, los españoles también tienen su historia con este ascenso de catorce kilómetros por la vertiente habitual de Bourg d´Oisans. Encontramos a Fede Echave, en los años en los que Perico Delgado luchaba por hacerse con el Tour de Francia, que finalmente conquistó en el 1988. Iban Mayo pasó a la historia ganando el Alpe d´Huez al capo de su época, Lance Armstrong – ganador en dos ocasiones– y por último, Carlos Sastre, quizá el triunfo más legendario de todos, porque aquella victoria le supuso ganar el Tour de Francia después de una emocionante escapada que cogió desprevenidos a los hermanos Schleck.

La cumbre atesora otras muchas leyendas. Como la entrada de la “paz irreconciliable” entre Hinault y Lemond en el Tour de 1986. El día en el que el americano doblegaba el brazo en su pulso con el bretón. Ambos cruzaban la meta entrelazando sus manos en alto, inmortalizando una de las imágenes icónicas de la carrera. Los entonces compañeros de equipo entraban como “buenos enemigos” aparentando poner fin a sus disputas internas.
La “paz irreconciliable” de Hinault y Lemond es una de las imágenes icónicas del Alpe d´Huez.
Pantani es otro de los nombres indispensables cuando recordamos las gestas que ha protagonizado el Alpe d´Huez. El “Pirata” ganó en dos ocasiones como gran escalador que era, probablemente el mejor que nuestra generación ha visto. Otro italiano que logró ganar en dos ocasiones fue Gianni Bugno. La clase del italiano tuvo que conformarse con estos triunfos al serle inalcanzable el amarillo, siempre portado por el gran Miguel Indurain.
¿Determinante en el 2026?
El americano Hampsten, en el que fue el primer triunfo de un estadounidense en el Tour o el “jardinerito” Lucho Herrera, también cuentan con su curva en la montaña mágica. El último en conquistar la cumbre fue Thomas Pidcock, en el día que presenciamos el postrero gran vuelo e intento de Chris Froome por reverdecer sus días de gloria.
El Alpe d´Huez regresa después de tres años a la gran cita de la temporada. Lo hace con visos de convertirse en determinante al estar situada a dos días del tradicional final parisino.
¿Querrá Pogacar escribir su nombre en una de sus veintiuna curvas? Conocidos los precedentes del esloveno, es una probabilidad que tiene visos de terminar convirtiéndose en certeza.
