Lo que les espera a los ciclistas que acudan a ronda española, calor, mucho calor, montaña hasta la extenuación, y un periplo mediterráneo que convierte a la Vuelta a España en una promoción de primer nivel del litoral.
Si el año pasado la apuesta era exclusivamente norteña, en esta ocasión, la organización esquiva hasta la capital del país, y desde el principado monegasco, pasando por Francia y Andorra, recorre el levante español, poniendo el colofón, con un preeminente sabor andaluz con diez etapas en Andalucía.
Me gusta la versión renovada de La Vuelta. Aire fresco y renovado no exento de dureza.
El recorrido resulta revolucionario si lo comparamos con las ediciones de las últimas décadas. La ausencia de Asturias, con sus habituales etapas decisivas y emblemáticas, es la nota más sorprendente. Puede pensarse equivocadamente que esta circunstancia menoscaba el peso de la montaña. Nada más lejos de la realidad.
Finales en alto en la primera semana como la de Font Romeu, la espitosa y rapidísima etapa de Andorra la Vella y el final en Valdelinares, definirán los primeros puestos y cribarán los primeros descartes de cara a la general.
Andalucía, la gran protagonista
Después del recorrido por el levante español, desde Tarragona hasta Lorca, la Vuelta 2026 se decidirá indiscutiblemente en Andalucía. Diez etapas que recorren de punta a punta el sur de la península, con etapas destacadísimas como la Sierra de la Pandera, o bien onduladas con pendientes de vértigo como la que finaliza en Peñas Blancas, —aderezadas por un más que probable calor agosteño—, se convertirán en un escarmiento para las ya castigadas piernas de los ciclistas, alcanzada ya la tercera semana de carrera.
La penúltima etapa con 5.000 metros de desnivel, está llamada ser la decisiva.
La etapa reina, llamada a ser la decisiva, es la que une la La Calahorra y el Collado del Alguacil. Más de cinco mil metros de desnivel, con la doble ascensión a Hazallanas (1ª), con el Purche (1ª) entre ambas, cotas que pesarán considerablemente en las piernas de los ciclistas, para afrontar la ascensión final al Collado del Alguacil, con 8,3 kilómetros al 9,8%.
Estratégicamente, se trata de la etapa decisiva. Donde si las distancias entre los primeros clasificados son cortas, las estrategias pueden terminar de inclinar la balanza de forma definitiva, o, por el contrario, el desparpajo talentoso del más atrevido, romper la carrera brindando el espectáculo que el aficionado agradece y espera.
Un recorrido antagónico al 2025
Jugando a interpretar las intenciones de la organización, puede sonsacarse que se rehúye de lugares de ingrato recuerdo reciente. Desde Madrid hasta localidades como Bilbao e incluso la misma Asturias, han sido eliminadas del recorrido, después de los desagradables incidentes que se vivieron en el 2025. Es como si el organizador quisiera poner tierra de por medio, y que mejor que la luz del mediterráneo y la alegría andaluza para olvidar penas y desgracias.
Queda por desvelar qué corredores formarán parte de esta edición tan sureña de La Vuelta. Es muy temprano para saberlo. Solo está asegurado el intento de Roglic de sumar su quinta Vuelta y la apuesta de Enric Mas por asaltar el triunfo total, después de tres podios en su carrera fetiche. El resto de aspirantes, los iremos conociendo a medida que avance la temporada.



