Se nos acaba julio y con él, el Tour de Francia. Ya quedan pocas fuerzas y escasas sorpresas. Quizás la emboscada olímpica de Montmartre, en la etapa de honores que siempre ha caracterizado la meta de los Campos Eliseos. Así es desde hace cincuenta años, desde el Tour que ganó Thevenet y que anunció el ocaso de Merckx.
Hoy hablamos del máximo esplendor del Tadej Pogacar, que a sus veintiséis años cuenta con un palmarés radiante.
Pogacar lleva camino de ser considerado el mejor ciclista de la historia. Si nada extraño lo impide, las cotas de ambición del esloveno pueden batir todos los récords.
Ante la inevitable comparación, todo hace indicar que Merckx tiene su heredero en la figura de Pogacar
Sus contemporáneos lo sufren y lo agradecen. En Superbagneres, Arensman le agradecía que hubiera esperado a atacar a Vingegaard en los últimos kilómetros, dándole la tregua suficiente para salvar su escapada, así como la victoria de etapa.
Pogacar termina con cuatro victorias de etapa, a falta de lo que pueda suceder este fin de semana. París se prepara para entronizar al héroe que ha doblegado a los Pirineos, a los Alpes, al Mont Ventoux y a las guerrilleras carreteras bretonas.
El amarillo de su maillot se reflejará en las cupulas doradas de la ciudad de las luces. Ganará el Tour de Francia con el ribete arcos iris de campeón del mundo en su vestimenta, algo que solo hizo Merckx en 1971. El ciclismo encontró a su heredero.
Su cadencia elegante y poderosa, deviene entusiasta gracias a una sonrisa que transmite la felicidad sencilla.
Paris recibe al heredero de Merckx, al nuevo prodigio del ciclismo. Una fuerza de la naturaleza limpia, que honra al ciclismo con un talento genuino que consigue que parezca normal lo extraordinario.
Artículo publicado en la edición del Diario de Mallorca del 26 de julio de 2025
Foto: Pogacar, en la salida de la etapa en Bollène.EFE
