Que España es un país diferente ya lo sabemos y mucho más los españoles. Aunque, lo que sucede aquí, me atrevería a decir que no acontece en ningún otro lugar del mundo. Es algo que tiene sus cosas buenas, sus peculiaridades y su cuota de barrabasadas. Otro cantar es la proporcionalidad que hay entre unas y otras, y si la balanza está descompensada más hacia un platillo u otro.
¿A santo de qué tal comienzo? La explicación, enseguida. En este cuaderno de opinión en materia ciclista, a una semana de la gran cita de la temporada, el Tour de Francia, le ha tocado el turno a los campeonatos nacionales.
En Italia, por ejemplo, es obligado participar en el campeonato nacional si se quiere ir a la selección
Los de esta temporada se disputan en Granada, con unos calores infernales y unos horarios que invitan a pensar que el número de abandonos será superlativo. Es lo que hay.
En otras naciones la participación de los ciclistas es obligatoria, si acaso pretenden después representar a sus selecciones en los campeonatos mundiales, europeos, etc. Una medida congruente que refuerza el sentido de pertenencia y solidaridad con quien, a fin de cuentas, es el nexo unificador y necesario de todo el entramado formativo y competitivo del territorio soberano. Territorio que nos constituye como ciudadanos con derechos y deberes por nuestra condición de nacionales de tal territorio.
La discordia de los campeonatos nacionales
Sin embargo, España es diferente. Aquí la participación de los ciclistas en los campeonatos nacionales es voluntaria. De modo que podemos encontrarnos con casos como Enric Mas, que no disputara el campeonato nacional — que tuvo lugar por vez primera en su tierra en el 2022 —, o con Carlos Rodríguez que hará lo propio en el que se celebrará el próximo fin de semana en su Granada natal. Por citar dos de los casos más llamativos.
La causa conocida es la prudencia. Evitar los riesgos de una caída que dé al traste con toda la planificación de la temporada ante la cita cumbre del año. Un cálculo más pesimista que realista porque, por la misma regla de tres, cualquier competición previa a la Grand Depart también conlleva riesgos, y la semana pasada Enric Mas, por ejemplo, estuvo disputando una carrera en Andorra, en la que quedó tercero.
La cercanía del Tour de Francia menoscaba la participación en el nacional español.
Máximo respeto a las decisiones de los profesionales, naturalmente. Ellos se acogen a su mejor conveniencia y a una normativa que se lo permite.
El perjuicio es para el organizador, para la federación nacional y territorial, para el propio campeonato, y de alguna manera, para el campeón que salga de la carrera. Porque, siempre tendrá que pechar con la muletilla de la ausencia de tal, de cual o de pascual…, en aquel día que fue campeón de la España que “is different”.
