El Giro de Italia es la carrera más abierta de las tres grandes vueltas. Esa es la fama que le precede. Quizá la edición que comienza este próximo 9 de mayo despierta más inquietudes que las tres últimas. De los últimos tres ganadores- Hindley, Rogic y Pogacar- salvo el primero, el guion preestablecido se cumplió sin muchas complicaciones. Y respecto al triunfo de Hindley, fue una edición tan timorata, tan poco atrevida, que la discreción posterior del vencedor se convierte en un signo evidente.
Este el hándicap del Giro de Italia. Para mi criterio y gusto le faltan italianos competitivos. Recordando en el último programa de El Rutómetro en Radio Marca, en la sección de Cultura Ciclista, el primero de los dos que ganó Miguel Indurain, es inevitable no dejarse llevar por la nostalgia cuando rememorábamos a los Chiocholi, Chiapuchi, Vona. Leali, Giovanetti, Furlan… verdaderos e incansables animadores de la carrera de aquel 1992, o los grandes que les prosiguieron como Pantani o Nibali.
El Giro de Italia es una carrera que se gestó y desarrolló para honor y gloria del ciclismo italiano.
El Giro de Italia es una carrera que se gestó y desarrolló para honor y gloria del ciclismo italiano. De ahí que la ausencia de corredores nacionales entre los grandes nombres sea considerado como un contratiempo en la extensa historia de la corsa rosa. Cierto es que Antonio Tiberi se encuentra bien posicionado en la segunda línea de favoritos, secundado por el batallador Caruso y el vasco Pello Bilbao.
Roglic y Ayuso, los grandes favoritos
Sea como fuere, la corsa rosa nos brinda una nueva entrega de pasión y emociones contenidas. Las figuras de mayor lumbre son el veterano Roglic y el jovencísimo Ayuso. Existen muchas ganas de ver en lo más alto a Juan Ayuso. Su hipotético triunfo representaría todo un relevo generacional a tenor de sus veintidós años.
Ayuso llega en el mejor momento desde que es profesional. Ganador de la última Tirreno Adriático, después de su excelente Volta a Catalunya, se repite el duelo con el ganador de la decana en España, Primoz Roglic.
¿Le pesarán los años a Roglic frente a la juventud de Ayuso? ¿Pagará Ayuso su inexperiencia en las vueltas de tres semanas frente a un avezado vueltómano como es Roglic?
Un recorrido paciente
Del recorrido se intuye que las diferencias serán mínimas a lo largo de las dos primeras semanas. Ambos ciclistas son buenos contrarrelojistas y han demostrado su fortaleza en la alta montaña, aun así, los primeros finales en alto de las etapas iniciales no serán lo suficientemente relevantes como para presumir una desigualdad notable. Tampoco las contrarrelojes son lo suficientemente largas como para pensar que las diferencias pueden marcar en exceso la posición del líder. Por lo que se impone pensar que la igualdad presidirá las primeras dos semanas, y se reservará la gran batalla para la tercera semana.
Un guion que suele ser el empleado por parte de la organización, y que tiene como todo en la vida, una doble lectura. Por un lado, la emoción se reserva y alarga para el final de la carrera, y por otro, cabe el riesgo que los ciclistas dosifiquen sus esfuerzos tan selectivamente que muchas presumibles grandes batallas queden en meros fuegos de artificio.
Nos aguardan 3.413 kilómetros y más de 52.000 kilómetros de desnivel.
Solo resta que comience un Giro de Italia en Albania. La nación balcánica ejercerá de anfitriona antes de cruzar el Rubicón a la península transalpina, que durante tres semanas se teñirá de rosa, color alegre y festivo, iluminando por tres semanas las calles y plazas de la bella Italia. Nos aguardan 3.413 kilómetros y más de 52.000 kilómetros de desnivel. Considero que los datos hablan por si solos.
¡ Habemus Giro!