La transición española

Flandes acabó de rematar la sensación. La temporada acaba con un balance triste para el ciclismo español. Ni en el Giro, el Tour o La Vuelta se ha conseguido arañar una victoria de etapa. Igual en las Clásicas. No se había vivido nada igual desde aquel solitario triunfo de Ángel Edo al esprint en el Giro de 1996, al inicio de la era post Indurain. El relevo del imperio del navarro lo asumieron los Óscar Freire, Carlos Sastre, Roberto Heras, Joseba Beloki, Samuel Sánchez, Purito Rodríguez, Alberto Contador y el eterno Alejandro Valverde. Una promoción que ha dominado dos décadas el ciclismo internacional dando grandes alegrías a la afición.

Ley del embudo

Después de una generación viene otra. Pero los contundentes cambios sociales que atravesamos también encuentran su eco en el compás de un relevo que no está siendo tan natural ni tan fácil como en otras épocas. Los motivos son múltiples. Lo hay sociológicos. Las jóvenes tienen otros valores y alternativas, y el ciclismo es un deporte muy exigente que requiere mucha dedicación, sacrificios y renuncias. Así lo dijo hace poco Pereiro, otro de los herederos de Indurain.

Las jóvenes tienen otros valores y alternativas, y el ciclismo requiere mucha dedicación, sacrificios y renuncias.

Actualmente, y desde hace años, en España solo hay un equipo World Tour, el Movistar. Una escuadra que también ficha en el extranjero, lo que condiciona un poco más la progresión de los españoles. Cuando la UCI redujo a seis el número de corredores por carrera para aplacar el dominio del entonces Sky inglés, conscientemente o no, estrechó un poco más la ya angosta puerta del circuito profesional.

Ciclismo global

Hubo un tiempo en el que los equipos españoles abarcaban gran parte del pelotón. Desde hace años esto ya no sucede, y es otra de las causas que obstruyen que aflore el nuevo talento. Otro factor es la globalización. El ciclismo profesional ya no es monopolio de la vieja Europa. Dos eslovenos, Pogacar y Roglic, ambos de un país de escasa tradición ciclista, dominan el panorama. En la UCI World Tour encontramos equipos australianos, sudafricanos, israelíes y árabes. Lo que antes copaban franceses, italianos, españoles, holandeses y belgas, ahora está repartido por los cinco continentes.

Carlos Rodríguez durante la Clásica de San Sebastián (IG: @_carlosrc).

Ayuso y Rodríguez

Pero hay mucho ciclismo nacional por eclosionar. La transición española tiene nombres y apellidos. El principal es Juan Ayuso, actual campeón de Baby Giro. Una gran temporada, con tres etapas y una sensación de dominio absoluto sobre sus rivales en el Giro Sub23 le convierten en el referente. Con talento a raudales. Su precocidad le ha llevado con apenas dieciocho años a competir con los profesionales.

Hace poco más de un año le vimos en Llucmajor conseguir un doblete, y quienes le conocen se reafirman una y mil veces de que estamos ante un portento. Otro de los llamados a formar parte del nuevo régimen es Carlos Rodríguez. Su segunda plaza en el Tour del Porvenir a escasos siete segundos del ganador habla del futuro inmediato de este granadino. Con apenas veinte años, el corredor del Ineos es, al igual que Ayuso, un corredor completo que destaca escalando y también contra el reloj.

Mal acostumbrados

Los tiempos de maduración de un ciclista están alborotados de un tiempo a esta parte y estos chicos son un ejemplo más. Entretanto estos acaban de explotar, es el tiempo de los Enric Mas, al que le acusan de carecer de pegada, de Álex Aramburu, que después de un buen año ha fichado por los telefónicos, de Marc Soler, que no termina de cuajar, de Mikel Landa y sus landistas, y de Iván García Cortina, que se inclina, de momento sin mucho éxito, por las Clásicas. Y sí, del eterno Valverde, que todavía ni se baja ni se cansa de la bicicleta.

Todos se han topado con unos rivales espectaculares, y en el ciclismo solo gana uno. Cierto es que quienes les precedieron nos acostumbraron muy mal, y un segundo o tercer puesto en el podio nos sabe descafeinado. Y eso tampoco es justo. Otra cuestión a valorar es que en España el escalador está muy valorado, y estos en gran parte nacen. Las etapas de montaña son las que son, y la competencia es brutal. El surgimiento de algún sprinter o rodador nos vendría muy bien. Anoten este nombre, Marc Bustrenga, que acaba de dar el salto a un World Tour y tiene ese perfil. El hecho de que haya más finales en llano que en alto no cotiza en España, por lo que de momento los sprints siguen siendo monopolio de los de siempre. Es una de las pocas cosas que no ha cambiado, pero todo llegará.

Sobre Fernando Gilet

El Rutómetro de Fernando Gilet. Blog personal | IG @fernandogilet | Opinión, comentario y análisis de la actualidad ciclista de allí y de aquí con un toque muy personal.

3 comentarios

Hay otro factor que influye, las estrategias de equipo o el propio equipo en si. Soy un ignorante del ciclismo, pero creo que Enric Más en otro equipo le iría mejor. Es como un joven futbolista que pasa de un Mallorca a un equipo candidato a ganar la Champions.
Y otra cosa, no se puede ganar siempre, aunque nos gusta ver la lucha diaria sobre la bicicleta.

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