Perico

Noviembre es el mes en el que habitualmente los profesionales se toman sus vacaciones. Por lo que las noticias ciclistas escasean o pasan por la mera reproducción de declaraciones de uno u otro, siempre interesantes, pero con un recorrido de corto alcance. No hay más cera que la que arde.

A medida que avancen las semanas, llegarán los primeros escarceos con la bicicleta. Siempre la bicicleta. Son fechas que el ciclista aprovecha para alternar con actividades como el senderismo y el gimnasio. Se ultiman las renovaciones, llegan las primeras concentraciones, se toman medidas anatómicas de vestuario, biomecánicas, test varios; en definitiva, la puesta a punto para que, a partir de diciembre, la pretemporada arranque definitivamente y, con ella, la vida monacal de un ciclista profesional. Noviembre es también época de “engorde” autorizado. La báscula nunca se arrincona, pero tiene sus momentos más alegres, a diferencia de los días, que suelen ser grises y cortos.

Perico Delgado, que ya supera los 60 años, vino a representar para el deporte patrio el redescubrimiento del Tour.

Carisma natural

Noviembre es un buen mes para recordar y echar la vista atrás. Muchos me preguntan de dónde y cuándo empezó mi afición al ciclismo. Como niño de los ochenta, la respuesta es compartida con ambos adverbios interrogativos. Todo empezó con Perico Delgado. Perico, que ahora supera los sesenta años, vino a representar para el deporte patrio el redescubrimiento del Tour. Desde los años de Ocaña que siempre tuvo que cargar con el sambenito de ser considerado francés por los españoles y español por los franceses , el ciclismo español apenas había tenido trascendencia. más allá de los Pirineos. Fue Perico Delgado, con su simpatía y carisma natural, junto con esos demarrajes tan geniales que le caracterizaban, quien volvería a situar al ciclismo español en el mapa internacional.

En la Vuelta a España empezaron las primeras alegrías. La ronda española vivía su renacimiento particular de la mano de Jose María García y su equipo, entre los que estaba, la mejor voz que ha narrado nunca el ciclismo en nuestro idioma, Javier Ares. Fueron los tiempos del estreno de las conexiones radiofónicas casi a cada hora, retransmisiones televisivas en directo y en color y resúmenes nocturnos de las etapas en la segunda cadena, amenizadas con la música de Azul y Negro, además de generación de jóvenes ciclistas batalladores dignos de ser recordados.

Líder generacional

Allí estaban los Alberto Fernández “el galleta” fatal y prematuramente desaparecido en accidente de coche ―, Ángel Arroyo, el lavacoches pionero del Reynolds que se subió al pódium de París, acompañando a un joven parisino de nombre Laurent Fignon; el Junco de Berriz, Marino Lejarreta, que había asombrado en el Giro; Álvaro Pino, aquel ¡Pino!, ¡Pino!, que gritaba emocionado “Butanito” cuando afianzó su victoria ante Robert Millar, en aquella milagrosa crono de Jerez, en la última Vuelta que ha pasado por Palma; el sempiterno Rey de la montaña, José Luis Laguía, e ilustres nombres como Anselmo Fuerte, Raymon Dietzen del Teka, Eduardo Chozas, Peio Ruiz Cabestany, el guapo Gorospe, entre otros, que significaron mucho para generaciones enteras de aficionados.

 

De entre todos aquellos grandes ciclistas, Perico Delgado fue su líder generacional. Todos permanecen imborrables en la memoria del aficionado, pero el segoviano, con su genialidad y características de puro escalador, encandiló al aficionado y a la prensa, hasta el punto de ser el origen de la apasionante guerra en las ondas que libraron Jose María García y su Antena 3 con la Cadena Ser.

Vino y rosas

El Tour de 1988 fue la culminación de aquellos años de vino y rosas para el ciclismo español. Perico Delgado, que el año anterior hizo segundo con los holandeses del PDM en el Tour de Stephen Roche, por fin se subía a lo más alto del pódium en París. Antes tuvo que pasar por la polémica y la controversia de un falso positivo, proclamado por la prensa francesa, en plena contienda de intereses y volcado de camiones en la frontera de la Seu d´Urgell. Leña al mono.

Aquel triunfo, en años en los que el deporte rey no pasaba de cuartos de final, fue como un elixir afrodisiaco para el país. ¡Había ganado un español en París! En su propia casa y en su competición más amada. Venía a representar una victoria de España a Francia, y que el humillante gol de Platini a Arconada, se transformara en un error humano. Nos habíamos desquitado.

Pericadas

Perico Delgado nos siguió regalando más gestas y otras genialidades que pasaron a ser conocidas como pericadas. La más célebre, el despiste en el prólogo de Luxemburgo. Un trance que muy probablemente le supuso perder el que hubiese sido su segundo Tour consecutivo.

Desde hace años y para las nuevas generaciones, Perico Delgado es el comentarista televisivo en las grandes vueltas. Sigue siendo ese tipo simpático y carismático. De los pocos españoles que concita un aprecio colectivo sin generar debate o discusión. Un triunfo que no saldrá en su palmarés, pero que tiene considerable mérito, pues muchos lo intentaron y muy pocos lo consiguieron.

Sobre Fernando Gilet

El Rutómetro de Fernando Gilet. Blog personal | IG @fernandogilet | Opinión, comentario y análisis de la actualidad ciclista de allí y de aquí con un toque muy personal.

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