Primer Monumento

Milán es una de las ciudades más bellas de Italia. Es la capital de la Lombardía, una de las poblaciones más ricas del país transalpino. Sede de uno de los diarios deportivos más emblemáticos de la historia de la prensa, la Gazzetta dello Sport. Un diario, que por sí mismo, manifiesta la estrecha relación histórica que une la prensa y el ciclismo. Sus características páginas rosas fueron artífices de algunas de las pruebas más conocidas e importantes del ciclismo mundial. Una de sus hijas más apreciadas es la protagonista de este fin de semana, la conocida como la ‘Classicissima’, la clásica de las flores, la Milán – San Remo.

El presunto ataque decisivo y su consiguiente descenso a sarcófago abierto, es fundamental para conocer al ganador.

Desde hace 112 años, el tercer sábado de marzo se disputa este primer Monumento de la temporada. Grandes e ilustres ciclistas han grabado con letras doradas sus nombres en el extenso palmarés de vencedores.

Su honda tradición y peso histórico la convierten en uno de los trofeos más preciado y deseado. El estreno de la primavera recorre la frondosa Lombardía hasta adentrarse en la región de Liguria. Después de casi trescientos kilómetros, esta carrera, que conserva el sabor y la esencia de los pioneros de este deporte, finaliza en la emblemática Vía Roma de la sede de uno de los festivales de cine más célebres del mundo, la ciudad de San Remo.

 

Espejismo

El perfil de su recorrido amplía el abanico de aspirantes. Por orografía parece una carrera ideada para velocistas. Pero se trata de un espejismo. Los más rápidos del pelotón deben ser capaces de salvar, después de más de doscientos cincuenta kilómetros en las piernas, con sus tiras y aflojas, escapadas mata moscas y empujones varios, las legendarias tachuelas de Cipressa y Poggio de San Remo. En estos dos últimos obstáculos se dirime la verdad de las verdades de la ‘Classicissima’. El presunto ataque decisivo y su consiguiente descenso a sarcófago abierto, es cuestión fundamental para conocer al ganador. Se han visto llegadas de todo pelaje.

Versatilidad en el palmarés

Las ascensiones referidas deciden el sentido final de la carrera. Un hecho que ha motivado que haya una variada y diferente gama de perfiles entre sus vencedores. Desde Cipollini, Eric Zabel, Bettini, Cancellara, Freire, y el todavía en activo Cavendish, en el grupo de los sprinters; hasta los legendarios Girardengo con sus seis entorchados, Coppi, Bartali, Van Looy, Poulidor, Sean Kelly, Fignon… y el imprescindible Eddy Merckx, quien, con sus siete victorias, sigue ostentando el récord, como es costumbre desde hace cincuenta años cuando se habla del belga. Una variada representación de corredores, todos magnos y diferentes, que describen a la perfección la dificultad de la clásica, por el tipo de carrera que entraña su recorrido. En función de cómo transcurra, de lo que pase en el Poggio, puede haber un tipo u otro de campeón,

Pronóstico abierto

Así se presenta la nueva edición. Abierta totalmente. ¿Favoritos? Todos los grandes de la generación que disfrutamos y que la salud ha dejado participar. Desde el actual emperador Pogacar y su compatriota Roglic, capaces de asestar el definitorio ataque en el momento clave; el especialista clasicómano Van Aert, favorito en todas las quinielas y que considero ha venido reservándose en las últimas semanas para renovar el triunfo que ya logró en el 2020; pasando por un Tom Pidcok, estrella que cada día alumbra más; al ganador del año pasado Stuyven, Cadel Ewan que ha empezado muy bien temporada con tres victorias; el italiano Ballerini, figurante de los hombres de Lefevere. Todos ellos, sin olvidar la baza española de Aramburu del Movistar, equipo, que de no ser por el ausente Valverde, ha empezado la temporada con más oscuros que claros. Y el regreso más esperado, Mathieu Van der Poel.

Sobre Fernando Gilet

El Rutómetro de Fernando Gilet. Blog personal | IG @fernandogilet | Opinión, comentario y análisis de la actualidad ciclista de allí y de aquí con un toque muy personal.

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