Tour vasco-francés

Estamos de presentaciones. Equipos, carreras y proyectos se anuncian con gran entusiasmo y expectativas a los cuatro vientos. En esta semana la novedad ha sido conocer que, treinta años después, el Tour de Francia regresará al País Vasco. Desde los tiempos de Indurain no sucedía. Ha llovido mucho desde entonces, sobre todo en el País Vasco, en donde suele hacerlo casi de continuo. Aquellos tiempos nos retrotraen a prolegómenos de lo que se conoció como la ‘marea naranja’. Un fenómeno euskaldún por excelencia.

Que el País Vasco dé la salida al Tour 2023 puede servir de revulsivo para un ciclismo que pasa horas sombrías.

Identidad

Cierta nostalgia de aquellos días gloriosos se ha instalado entre los aficionados vascos y de todos los lugares. La victoria de Roberto Laiseka en Luz Ardiden representó para el ciclismo euskera el culmen de aquella empresa, y más en particular para el Euskaltel-Euskadi. Fue la cumbre de un gran volcán que estaba por irrumpir en el planeta ciclista. Cuentan protagonistas de aquel fenómeno, que la identidad con el equipo ciclista vino a parecerse a la que puede sentir un aficionado por el Athletic o por la Real, con la salvedad de que, en el caso del equipo ciclista, la representatividad identitaria fue monocolor, lo que no hacía sino fortalecer el entusiasmo colectivo.

 

Años dorados

Quién no recuerda aquel gentío anaranjado, con sus ikurriñas, gritando y agolpándose, estrechando aún más si cabe, las carreteras de los míticos puertos pirenaicos al paso de los Armstrong, Ullrich, Basso o Beloki acompañados siempre de algún otro vasco del equipo naranja. Fue el mismo Joseba Beloki quien el otro día, en la charla que mantuvimos y que se puede ver en este mismo blog, me hizo caer en la cuenta, con un comentario suyo, que aquellos años dorados nada tienen que ver con los actuales en lo que concierne al ciclismo vasco.

Estímulo

Y es que, una noticia como la que se ha anunciado esta semana, informando que el País Vasco dará la salida al Tour 2023, con tres etapas que recorrerán la práctica totalidad de su territorio, puede servir de revulsivo para un ciclismo que, históricamente, ha dado grandes tardes y que, últimamente, pasa horas sombrías. No por falta de materia prima, sino porque los medios de los que se llegó a disponer para aquel proyecto fueron menguando y con ello unas oportunidades que otros supieron aprovechar con más eficacia.

Cantera

El ciclismo necesita del ciclismo vasco. Es cantera de gente batalladora, que sabe combinar grandes resistentes con agresivos buscadores de etapas. Quizá el resurgimiento de un nuevo Laiseka ― quien hasta en su fisonomía encarnaba el RH vasco de buen ciclista ―, podría ayudar a recuperar el brío ausente. Era un tipo de hechos y pocas palabras. Fue el líder físico de un espíritu que encontró después grandes sucesores en los Iban Mayo, Haimar Zubeldia, Samuel Sánchez o Landaluze, entre otros.

El Tour, Francia y el País Vasco son intangibles que se buscan. En el 2023 se reencontrarán gracias a las tres primeras etapas de la Grand Boucle. Los trazados elegidos prometen gestas y algún que otro mareo al que se despiste.

Sobre Fernando Gilet

El Rutómetro de Fernando Gilet. Blog personal | IG @fernandogilet | Opinión, comentario y análisis de la actualidad ciclista de allí y de aquí con un toque muy personal.

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