Veinte años sin Pantani

Hace unos días mi hijo me preguntaba acerca de un mito, que como Pantani, también terminó solo, abandonado y cautivo de sus errores. Mi pequeño, conocedor de los defectos del interfecto, quería saber si el personaje había sido buena persona. Lo importante para la inocencia de su corazón no eran los errores que hubiera podido cometer, sino que a pesar de estos, conocer de labios de su padre si había sido una persona de bien.

Los errores de la vida manchan la biografía de cualquiera de nosotros. Sin embargo, en el atardecer de los días, cuando los focos hace tiempo que se apagaron y no queda nadie en la mesa, en el trance de una despedida prematura, solo permanece en la memoria colectiva lo mejor de su obra. Quedan disculpados los escándalos que coparon toda la esfera mediática con el veredicto más intransigente. 

El final más trágico

¿ Qué existiría en el trasfondo de aquel error, de aquella decisión de consecuencias dramáticas? Quizás una persona frágil, superada, equivocada, desorientada por la hipocresía y artificiosidad de la fama, consumida por sus miedos, huyendo de una realidad insoportable. 

Marco Pantani, como el Chava Jimenez y tantos otros, acabaron de la peor manera. Fueron juguetes rotos en manos y mentes que los utilizaron hasta que dejaron de servirles para acabar desechados en el baúl de lo inservible.

Cabe preguntarse si es antes el mito o la víctima. Pantani es un ejemplo de juguete roto.

Cabe entonces preguntarse qué es primero si el mito o la víctima. O si el mito ya es víctima de su gloria vana. La gestión de los egos en una hoguera encrespada de vanidades termina por deshumanizar al personaje hasta el extremo de hacerle insoportable la vida, forzándole a su propia destrucción, a su huida. 

Homenaje y tributo

Este artículo rinde homenaje a Marco Pantani veinte años después de su desaparición. Y lo hace recordando su obra ciclista, la que nos transporta al Monte Ventoux o a Sestrieres. La que desea imaginar que aquel talento era buena gente. Lo dicen sus amigos, sus excompañeros, quienes le conocieron y trataron. 

Pantani es uno de esos pocos ciclistas que marcaron de por vida al aficionado

Los tiempos y los métodos han cambiado. Los ídolos de masas siguen cometiendo errores; sin embargo, todo parece que se gestiona mejor o al menos de forma diferente. La referida hoguera los encapsula en una burbuja inaccesible. No tuvo esa suerte Marco Pantani. El ” Pirata” terminó construyéndola en una triste habitación de hotel, desquiciado. Pobre Pantani.

Quedémonos con los importante y cuidemos la honra que le enaltece, la que no se mancha, la del ciclista. Detestemos y corrijamos las causas que terminaron con la persona para que nunca más se repitan.

Gloria y descanso eterno a Marco Pantani. 

Sobre Fernando Gilet

El Rutómetro de Fernando Gilet. Blog personal | IG @fernandogilet | Opinión, comentario y análisis de la actualidad ciclista de allí y de aquí con un toque muy personal.

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