Llega la hora de la verdad y a Maheta Molango parece que el miedo escénico de este final de temporada le está condicionando a la hora de marcar su hoja de ruta. El consejero delegado trazó una línea clara para el área social y de comunicación pero, la posibilidad de alcanzar el PlayOff de ascenso, le ha hecho cambiar sus formas en relación a determinadas personas, medios, instituciones y afición. El hombre de Robert Sarver en el club ha modificado su política rompiendo el silencio para regresar al reparto de abrazos, comidas y entrevistas con sus críticos a los que desde el descenso dejó señalados.
El miedo a la crítica tiene atenazado a un Molango que mantiene vivos en su memoria los disturbios del descenso.
Miedo mediático
Las opciones de promocionar a Primera y el hecho de tener que contar con todos para el antes, durante y sobre todo el después del ascenso ha sido lo que le ha motivado este entrañable acercamiento buscando protección mediática. El miedo a la grada, portadas y artículos de opinión críticos tienen atenazado a un Molango que mantiene vivos en su memoria los disturbios y la agresividad de un sector de la afición tras el histórico fracaso del descenso de la centenaria y laureada institución al fútbol amateur. En este final de liga se vivirán momentos de desasosiego si no hay ascenso apareciendo críticas de como se ha manejado el escenario desde el club a nivel de la planta noble y Son Bibiloni. El suizo comentaba después del partido en los Pajaritos que, entre todos, teníamos que saber manejar las emociones con una referencia especial a la prensa y su trato hacia el equipo. “Málaga y Coruña son un infierno y nosotros tenemos que estar unidos”, afirmaba en la misma zona mixta sin micrófonos.
Subecarros
Esta nueva política la ha puesto en marcha en beneficio también del equipo para restarles presión. Molango ha visualizado la ansiedad de algunos medios por subirse al carro del posible ascenso y ha decidido sacarles el máximo a cambio de un apoyo incondicional en estas semanas decisivas. Apenas le quedan unos pocos disidentes a los que algunos de sus colaboradores hacen lo imposible por reconducir como el propio CEO ha hecho con otros opositores a su gestión. El abogado no tiene escrúpulos y, si hay que abrirle las puertas del club a un enemigo por el bien general, lo hace. Esta conducta es muy frecuente y así es como se manejan los hilos en el fútbol profesional donde manda el dinero. MOlango se juega 45 millones de euros.
